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En un lugar de Francia: Sinopsis, elenco, ficha: Medecin de campagne

En un lugar de Francia: Sinopsis, elenco, ficha: Medecin de campagne

SINOPSIS

Todas las personas que viven en esta zona rural de la campiña francesa pueden contar con Jean-Pierre (Cluzet), el médico que los ausculta, los cura y los tranquiliza a cualquier hora del día, los siete días de la semana.

Enfermo a su vez, acepta que Nathalie (Denicourt), recién llegada de su trabajo de hospital, lo ayude.

Pero, ¿se las arreglará para adaptarse a esta nueva vida y sobre todo conseguir el reto de sustituir a aquel que se creía irremplazable?

Entrevista con François Cluzet

P: ¿Por qué aceptó este papel de médico rural? ¿Tiene alguna relación especial con la medicina?

R: Siempre he querido ser actor pero no para interpretar sino para vivir. Para vivir los papeles. Me ha permitido vivir retazos de vidas como si fueran vidas enteras. Siempre soñé con hacer de médico. Somos muchos los que hemos querido tener esa relación con la humanidad, la salud, la curación, el fracaso, todas esas situaciones melodramáticas que ofrece la medicina.

Y después, conocer a Thomas Lilti terminó de convencerme. Es alguien muy especial, abierto a las opiniones de los demás. Ha debido ser un buen médico porque se ha convertido en un director de cine excepcional. Siempre he admirado a esos médicos que deciden dedicarse al cine, a la literatura o al teatro.

Como Chejov por supuesto. Es interesante ver cómo al científico acaba gustándole lo irracional. Y está el personaje, ese doctor Werner, enfermo, que tiene que pensar en sí mismo, darse prisa en cambiar de actitud. Está claro que el sacerdocio, la vocación, son más fuertes que nada. En ese sentido, ser médico se parece bastante al oficio de actor. En nuestra profesión también hay vocación, pasión, abnegación, es casi obligatorio.

P: Encarna a la perfección a un médico, su gestualidad, su capacidad para escuchar, su mirada, su relación con los demás. ¿Cómo ha conseguido interiorizar tanto el personaje?

R: Es un papel extraordinario. Un papel muy agradecido y que requiere sensibilidad. ¡Un médico enfermo que solo se ocupa de los demás! Un altruista de verdad. La entrega también es fundamental en nuestro oficio. No hay que tomar al público por imbécil. Hay que sentir las emociones antes de transmitirlas.

P: Un papel en el que rechaza cualquier relación de seducción. Como si estuviera prohibido enamorarse de Nathalie. Un auténtico corazón solitario...

R: Este médico es demasiado íntegro para necesitar ese tipo de cosas. Como actor, también desconfío de la seducción. Podría intentar seducir a todo el mundo. ¡Usted también podría hacerlo para conseguir la mejor entrevista! Pero es como un maquillaje y se parece muchísimo al narcisismo, al egocentrismo. En la historia de la película, a pesar de que estoy solo y enfermo, le porfío a Nathalie: "¿Pero quién demonios la envía? ¡Esto no es para usted, déjelo!", en cuanto comete el primer error le digo: "¡Fuera! ¡Váyase!". Como si saber el oficio fuera lo único importante. Es algo que se ve en todos las personas apasionadas. De hecho, a mí también me interesó pasar de actor debutante a artista. Me hubiera podido limitar a ejercer este oficio como protesta, como una reivindicación social por lo que me había tocado vivir. Pude caer muy fácilmente en ese tipo de comportamientos. Pero tuve la suerte de conocer a directores, sobre todo de teatro, a actores, actrices, que me obligaron a pensar que lo más interesante de este oficio era enriquecerse en el plano humano, la tolerancia, compartir, colaborar... Jouvet decía: "¡El actor vale lo mismo que el hombre!". Hay que hacer una carrera de artista intérprete y no de actor arribista, individualista. El cine es un deporte colectivo. ¡Si no te gusta eso, dedícate a otra cosa porque te estás perdiendo una mina de oro!

P: Thomas Lilti y Marianne Denicourt insisten en su aporte al trabajo en equipo. Esas grandes sesiones de lectura que realizó con todos los actores. Esa petición de suprimir toda la puntuación del guión. ¿Siempre trabaja de forma tan colectiva?

R: Vengo del teatro donde se sabe que todo no depende de un solo actor. Sólo me gusta el trabajo en equipo y sólo juntos podemos superarnos a nosotros mismos. Un actor que se supera solo, no es más que un tipo que se mira el ombligo. Con Alain Françon, que fue el director de escena de La Colline, trabajamos varias semanas sentados en una mesa. Al final, tenías confianza en ti mismo y en los demás, no era mi trabajo sino nuestro trabajo. ¡No éramos el genio que sale de la lámpara y que de repente ilumina la sala o la película! Nos decíamos: "Cuanto mejor lo hagas tú, mejor lo haré yo". Y eso lo comprendimos muy bien Marianne y yo. Todo lo que aportó ella fue para mejorar la película. A los dos nos gusta colaborar. Creo muchísimo en el trabajo previo. Después, dejo de trabajar, vivo el papel y sólo me preocupa el ambiente del plató y mis compañeros. La idea de suprimir toda la puntuación es de Peter Brook. Hay quince formas de decir una réplica si se quita la puntuación. Sólo es una cuestión de actitud. De jugar con la actitud.

P: ¿Quién es el doctor Werner? ¿Cuál es su historia? Seguramente tiene un hijo, una pareja...

R: Sí. No es un suicida sino más bien un hombre que se viene abajo, como muchas personas enfermas. Y que de repente decide que lo único que le interesa es seguir practicando la medicina. La entrega absoluta. ¡Genial! Le gusta la gente y ese es el secreto.

P: Pero surge cierto vínculo entre Werner y Nathalie cuando el alcalde sufre el accidente. Sabe cómo tratarlo mientras que él no sabe...

R: Sí, y va más allá de un simple reconocimiento de orden profesional. Ella es competente y eso le da legitimidad. Es entonces cuando descubre su encanto, su feminidad, su sonrisa. El esfuerzo que ha hecho para ser médico rural es admirable. Y, en ese sentido, ambos se parecen.

P: El único momento en el que el doctor Werner se enfada es cuando surge un problema de tipo ético. Me refiero a la ética de la responsabilidad, de la convicción. Todo se resume en el caso del anciano que quiere morir en casa, y que ella quiere trasladar al hospital por buenos motivos.

R: Werner también es un médico moderno, que ha comprendido lo que significa el acompañamiento al final de la vida. ¿De qué sirve trasladar al anciano, separarlo de su perro, sacarlo de su hogar, cuando le ha prometido que lo dejará morir en su casa cuando ya no haya esperanza?

P: EN UN LUGAR DE FRANCIA también es una película política que habla de las zonas rurales francesas que se sienten abandonadas, de esos médicos que aceptan pasar consulta por 23 euros...

R: Desde luego, también es una película política y social. Se dicen verdades, la sectorización, el enorme peso de la administración francesa, lo que se denomina los desiertos médicos. Cuando se vive en París o en ciudades grandes se suele creer que los médicos son todos unos burgueses que ejercen en el boulevard Saint Germain y que cobran 150 euros por consulta. ¡Y no es así para nada!

P: ¿Ha leído libros o ha vuelto a ver películas para hacer este papel?

R: Me he decantado por un trabajo introspectivo. De niño, tuve la suerte de contar con médicos que me salvaron del asma y algunos de mis seres queridos han sufrido enfermedades graves, así que he visto de cerca lo que es un o una médico. Personifican la entrega total. Y también me he acordado de los médicos malos. Por ejemplo de uno que llevaba varios meses sin querer hacerle una radiografía de pulmones a un amigo. Al final, accedió y le dijo: "Me juego un caramelo a que no tiene nada". Mi amigo se hizo la radiografía y le diagnosticaron un cáncer incurable. Así que llamó al médico y le dejó el siguiente mensaje en el contestador: "Ha perdido usted, me debe un caramelo". La humanidad de mi amigo que sabiendo que iba a morir quiso dejarle ese mensaje, me conmovió... ¡Lo cierto es que yo también soñaba con ser médico pero sólo siendo actor se puede vivir todo!

Entrevista con Marianne Denicourt

P: En HIPÓCRATES era médico de hospital y ahora es médico rural en EN UN LUGAR DE FRANCIA. ¿Es la misma profesión, el mismo papel, o es muy diferente?

R: Son papeles totalmente diferentes y dos maneras de ejercer la medicina. Fue muy diferente mi manera de implicarme. En HIPÓCRATES, no realizaba casi ningún gesto médico. La temática de las relaciones de poder entre los miembros del personal médico era mucho más importante que la relación médico-paciente. Y en EN UN LUGAR DE FRANCIA ocurre todo lo contrario. Prepararme para este papel me llevó mucho tiempo. Aprendí algunos gestos básicos con un médico de cabecera: tomar la tensión, utilizar un estetoscopio, tomar el pulso, escuchar a un paciente. Aprendí a hacer un torniquete, a colocar una compresa, a limpiar heridas, a hacer suturas con una enfermera, la misma que trabajaba en HIPÓCRATES. También hice un curso de socorrismo en Protección Civil. Aprender todas esas cosas hizo posible que me concentrara en mi papel cuando llegué al plató de rodaje. Después de HIPÓCRATES, Thomas Lilti me hizo un regalo maravilloso al proponerme un papel antes incluso de escribir el guión. De esa forma pude trabajar sobre este personaje durante dos años antes del rodaje. Me dio una libertad extraordinaria y también asumí una gran responsabilidad. Thomas aceptaba mis ideas y le agradezco mucho su confianza. Ha sido fantástico estar tan implicada en la creación de un personaje.

P: En Un hombre afortunado, John Berger describe al médico rural como un héroe. ¿Ha tenido la sensación de ser una auténtica heroína, a diferencia de HIPÓCRATES, donde sólo era un eslabón de la cadena?

R: Antes de leer el libro de John Berger, había leído los de Marie Didier, en particular Contre Visite y Dans la nuit de Bicêtre. Después, conocí a esa mujer que además de ser una fantástica escritora, es médico. Descubrí su humanidad, las maravillosas relaciones que tiene con sus pacientes, su rostro, su coraje... Para mí, Marie Didier es una auténtica heroína. Ha sido una de mis fuentes de inspiración. En lo que se refiere al libro de John Berger y del fotógrafo Jean Mohr, también es magnífico. Retrata la extraordinaria entrega de un médico rural.

P: Una entrega como la del doctor Werner en la película.

R: En efecto. Es ese compromiso con los pacientes lo que François Cluzet interpreta con tantísimo acierto. Antes sólo había rodado unos pocos días con él en El libro extraviado de Raúl Ruiz. Trabajar con él en el film EN UN LUGAR DE FRANCIA me ha permitido conocer mejor su personalidad extremadamente noble, sincera y generosa. Es un actor al que le gusta compartir. Al igual que él creo que la fuente de la creatividad está en la relación con el otro, en la colaboración. François quería que trabajáramos cada escena con Thomas, para identificar los problemas, para analizar la evolución de las relaciones entre nosotros.

P: En la película no tiene la edad del típico médico sustituto joven. Tiene un pasado...

R: Un papel es como una ecuación con muchas 'x'. Hay que resolver muchas cosas. A veces se utiliza la realidad para elaborarlo. En el hospital de Alès conocí a una mujer que después de ser enfermera había estudiado medicina. Me acordé de ella para hacer el papel de Nathalie. Ese es el misterio que encierra Nathalie. ¿Por qué está ahí? ¿Por qué se empeña a pesar de las zancadillas que le pone Werner? Está claro que ha sufrido y que quiere pasar a otra cosa en su vida. Además tampoco tiene otra opción. Puede que eso sea la vocación, el compromiso: esa necesidad imperiosa.

P: Aunque hay que decir que vuelve a su hogar, a la casa de su padre. Así que en cierto modo, vuelve a sus raíces...

R: Sí, tiene toda la razón. Tiene la fuerza de los que ya tienen un pasado y no va a darse por vencida fácilmente.

P: Además también ha sido médico de urgencias...

R: Thomas quería que lo fuera por la escena con el alcalde que se lesiona y al que hay que intervenir de urgencia en plena noche.

P: Es una escena importante en la que vemos que la transmisión de conocimientos entre el doctor Werner y Nathalie es recíproca. Conoce técnicas que él desconoce.

R: Esta escena ocurre cuando está decidido a prescindir de Nathalie. Pero comprende que la necesita y su relación da un giro.

P: Los actores que le dan la réplica, ¿los considera actores o más bien pacientes?

R: Interpretar consiste en desdoblarse, en creérselo. Es muy extraño. ¡De repente, era médico, tenía delante de mí un paciente y me lo creía! Hay que decir que todos los actores con los que he trabajado son tremendamente auténticos.

P: Es evidente que su trabajo de preparación con François Cluzet ha sido muy importante. ¿Los actores han intervenido en la escritura y la preparación de una película?

R: En este momento trabajo en Viejos tiempos, la obra de Harold Pinter que interpretaré próximamente en el teatro del Atelier con Adèle Haenel y Emmanuel Salinger. Delphine Seyrig, Françoise Fabian y Jean Rochefort la representaron en 1971. En sus memorias, Françoise Fabian recuerda esta frase de Pinter: "Quiero que los actores opinen. Son la carne de la obra". Es así de sencillo. Se puede ser buen director, pero si no hay espíritu de colaboración, no se transmite nada. Una película se construye también partiendo de los actores, de la confianza que se les da. Y Thomas lo ha comprendido muy bien y lo ha puesto en práctica en la película.

FICHA TÉCNICA

Director Thomas Lilti

Guionista Thomas Lilti | Baya Kasmi

Productores Agnès Vallée | Emmanuel Barraux

Música Alexandre Lier | Sylvain Ohrel | Nicolas Weil

Fotografía Nicolas Gaurin

Montaje Christel Dewynter

Dirección de casting Julie Navarro

Diseño de producción Philippe van Herwijnen

REPARTO

François Cluzet - Jean-Pierre Werner

Marianne Denicourt - Nathalie Delezia

Christophe Odent - Norès

Patrick Descamps - Francis Maroini

Guy Faucher - Monsieur Sorlin

Margaux Fabre - Ninon

Julien Lucas - Novio de Ninon

Yohann Goetzmann - Alexis

Josée Laprun - Madre de Alexis

Géraldine Schitter - Fanny

Isabelle Sadoyan - Madre de Werner

Félix Moati - Vincent Werner